Poemas de Sara Zapata

10.04.2022
Elegía

Tu ropa cuelga del armario

como fruta de un árbol que nadie recoge

y alguien proponer darla

pero yo grito "¡No!",porque imagínate que un día cualquiera

caminando por esta ciudad nuestra

veo de espaldas a una mujer como tú,

con tu falda morada,

la que compramos en aquel bazar de Estambul

haciendo juego con tu camiseta preferida,

la del árbol cuyas raíces eran unos versos de 

Neruda.

Imagínate correr hacia ella,

tocar su hombro

y ver que no, que no eres tú.

Imagínate las lágrimas, los hipos,

todo el dolor del mundo

concentrado en un segundo de confusión.

Así que tu ropa se queda aquí,

por si algún día te da por vestirte con ella

y venir a visitarme,

ahora que mi vida y tu armario

se han quedado huérfanos.

Mujer de hierbabuena

Mi abuela nunca verá 

a la mujer en que me he convertido.

No podré decirle 

que cuando me recojo el pelo

recuerdo sus tirones 

intentando domesticar 

la rebeldía de mi cabeza.

No sabrá que he vuelto a hacer punto,

que choco las agujas 

en interminables bufandas 

para abrigar ausencias. 

Mi abuela no sabrá

que ya no lleno mi cuerpo

de tiritas para cubrir

falsas heridas,

que las heridas de ahora

se esconden bajo musgo 

en lugares

donde no llega la luz.

Mi abuela no leerá nunca

ninguno de estos poemas

escritos en tardes de nostalgia

ni sonreirá

al verme llegar

cogida de tu mano.

Mi abuela no podrá ya conocerte

y yo no podré ver

cómo bajas la mirada hacia el suelo

intentando ocultar tu timidez.

Pero sé que al despedirnos

sus manos de pan y albahaca

apretarían fuertes las mías

para decirme sin palabras: 

"Me gusta".

Sobre perros y más

Yo tenía una perra blanca y juguetona

que me llevaba a perseguir perdices

y me cubría de babas

para mostrarme cuánto me quería.

Volver a casa era una fiesta

de ladridos y saltos

y una se sentía hasta importante.

Después murió.

En una calle solitaria y oscura,

bajo una farola,

se acurruca un perro flacucho

tiritando de frío

y por un instante

algo renace dentro, 

encendiéndose como una luz

reveladora.

Lo imagino en casa bajo una manta

rodeado de las caricias de los niños

y me veo de nuevo

persiguiendo perdices.

Un instante.

Un breve instante.

Porque los pelos...

Y tener que sacarlo a la calle

al menos tres veces al día

llueva o haga viento

o abrase el sol...

y las vacaciones...

Las relaciones, sean cuales sean,

si te paras a echar cuentas,

no compensan (ninguna).

Es una lástima

que, llegados a este punto del camino,

yo, que fui tan de perros

me haya convertido en una experta contable.

Sara Zapata (Madrid, 1977) es maestra de Educación Primaria y especialista en Audición y Lenguaje. En la actualidad desarrolla su labor docente en un aula TEA (Trastorno del Espectro Autista) de la Comunidad de Madrid.
En 2015 publicó Palabras para salvarse (Huerga y Fierro Editores), en 2021 Hilos invisibles (Ed. El sastre de Apollinaire) y ha aparecido en las antologías Odisea poética en Libertad-8 (Legados Ediciones, Madrid, 2016) y Voix Vives Toledo 2017. Festival de poesía del Mediterráneo (Huerga y Fierro Editores). Algunos de sus poemas se han publicado en revistas como Turiay en diversas publicaciones digitales.

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